sábado, 11 de junio de 2016

Herencia Siliciana. Cap 4




Estaba lloviendo. Y mucho. La lluvia agitaba el paraguas que el sobrecargo estaba intentando mantener sobre él contra la fuerza del viento mientras lo acompañaba al coche que estaba esperando. Se aseguró de que entraba sano y salvo en la parte de atrás con el bebé antes de regresar al avión a por Yoochun.

Las brillantes luces de la pista de aterrizaje iluminaban el paisaje, que podría haber sido el de cualquier sitio: vegetación de arbustos y vallas.


La tapicería crema del coche resultaba tan lujosa que Junsu casi tenía miedo de tocarla. Miró a Heechul y rezó para que no vomitara.

Enseguida salieron de la pista de aterrizaje y dejaron sus luces atrás para verse envueltos en la oscuridad provocada por la lluvia. A pesar del calor que hacía en el interior del coche, Junsu se estremeció. La oscuridad era tan intensa, que sentía como si aprisionara el coche con la misma intensidad con la que la lluvia caía sobre él.

Él no sabía mucho sobre Sicilia, pero nunca imaginó que pudiera ser presa de un clima tan violento. De pronto, unos pensamientos tan frenéticos como la noche que los rodeaba se apoderaron de la mente de Junsu. ¿Y si las intenciones de Jung Yoochun hacia Heechul no eran buenas? ¿Y si Heechul era un obstáculo para él en algún sentido? ¿Por qué no se le había ocurrido pensar en eso antes? ¿Quién sabría, y a quién le importaría si aquél noche Heechul y él eran conducidos a la oscuridad para nunca regresar?

Junsu estaba reaccionando no sólo ante los extraordinarios sucesos de las últimas horas, sino también ante todo lo demás que le había sucedido en los últimos meses y a lo que no se había permitido reaccionar, primero por el bien de Leeteuk y, más tarde, por el de Heechul.


>>> ♥ <<<


Yoochun conocía cada centímetro de la carretera de un único sentido que llevaba desde su pista de aterrizaje privada a Villa Rosa, un de las casas de campo de los  Jung, pero como siempre, cuando dobló la curva final que dejaba al descubierto la villa, sintió la familiar oleada de orgullo y de felicidad al verla alzándose sobre la tierra plana y fértil. La visión de la villa materializándose virtualmente en la oscuridad, con sus muros en tono miel iluminados por faroles que proyectaban una tenue luz no sólo sobre el edificio, sino también sobre los alrededores, proporcionó a Junsu un alivio de su ansiedad que agradeció.

¿Cómo no iba a mirar algo tan impresionante y tan bello y no sentirse emocionado?

 — Es casi demasiado perfecto para ser real — Junsu no pudo evitar el tono maravillado en su voz cuando alzó la vista hacia el alto portalón, sobre el que la luz de los faroles iluminaba lo que parecía ser el escudo de armas de los  Jung.

— Es real, te lo aseguro — se mofó Yoochun — Fue construida en el siglo XVIII. Originalmente fue un retiro de verano para huir del calor de la ciudad. Jung Caspar la diseñó él mismo y trajo a los mejores artesanos del momento para trabajar en él. Quería combinar en la arquitectura todo lo que eran los  Jung. Verás que la parte delantera de la villa está construida con las líneas clásicas del siglo XVIII, con referencias a la arquitectura griega y romana y la influencia que esas culturas tuvieron en Sicilia. Sin embargo, el patio interior alrededor del cual está construida la villa tiene reminiscencias de la influencia árabe que hubo en la isla y en la familia  Jung. Los faroles que ves en los muros se encargaron especialmente para la casa. Cada uno de ellos alberga un parte de nuestra historia a través de sus dibujos heráldicos, y los jardines son de estilo italiano, que tan populares fueron entre los ingleses que viajaron a Italia en el siglo XVIII.

Mientras hablaba, Yoochun los iba guiando a través del portón hacia un patio formal dominado por una impresionante escalinata de mármol.

 — El mármol se trajo desde Carrara — le explicó Yoochun a Junsu — y las escaleras llevan a un piano nobile, es decir, el piso principal, en el que están las habitaciones de recepción de la villa.

El rostro de Junsu se sonrojó por el orgullo.

 — Ya sé lo que es un piano nobile — le informó con sequedad. Pero aunque Yoochun se hubiera dado cuenta de que lo había ofendido, estaba claro que no iba a disculparse.

El cambio emocional que había estado sufriendo desde que él lo interceptó en la calle y que había culminado con una oleada de terror seguida de un poderoso alivio de aquél tensión estaba empezando a hacer efecto en su cuerpo, reconoció Junsu. Había pasado por demasiadas cosas demasiado rápidamente como para conseguir mantener el equilibrio. Se sentía extraño, débil, sin aliento, y tembloroso por dentro, mientras que su corazón latía a toda prisa.

Yoochun había detenido el coche delante de un escalera doble de piedra. Su arrogante «yo me encargo del niño» mientras salía del asiento del conductor hizo que Junsu se diera prisa en sacar al bebé del asiento, decidido a que no se ocupara él. Agarró con fuerza a su sobrino.

En lugar de calmarlo, la sensación del aire de la noche en su rostro hizo que se sintiera algo mareado. Agarrándose a Heechul, miró hacia los escalones. Había muchos, y él se sentía extraño y débil, no parecía él mismo. Por encima de la entrada porticada, en lo alto de la villa, las gárgolas y los animales míticos excavados en la piedra la miraban fijamente. Las dudas se hicieron más intensas.

¿Cómo había permitido que lo convenciera para ir a aquel lugar? En cuanto pudiera, le exigiría una explicación tranquilizadora y conveniente, y también buscaría un abogado para que estuviera delante, se dijo con firmeza mientras comenzaba a subir los escalones de piedra.

Estaba a mitad de camino cuando ocurrió… perdió pie sin saber cómo sobre un escalón mojado y se tambaleó hacia delante con Heechul en brazos.

Antes de que tuviera tiempo de gritar, unos brazos fuertes los estaban agarrando a ambos, manteniéndolos a salvo. Junsu pudo aspirar el olor a macho, extraño y al mismo tiempo familiar. Sintió el calor masculino y tuvo que hacer un esfuerzo por no dejarse llevar y relajarse, por no caer en la debilidad que lo invadió. Quería quedarse allí apoyado contra él, protegido por él, no quería dejar nunca aquél protección. Quería que los brazos de Yoochun lo estrecharan y se quedaran allí. Se moría por que un hombre como aquél, un hombre viril y fuerte, lo liberara de las cargas que le aprisionaban el corazón y sanaran el dolor que llevaba dentro.

¿En qué estaba pensando? El único hombre al que había querido jamás, el único al que querría, estaba muerto.

¿Cuánto tiempo había transcurrido? ¿Cuántos minutos habían pasado desde que se apoyó contra él con el corazón latiéndole con fuerza, sintiéndose demasiado débil para moverse mientras las lágrimas de remordimiento le nublaban la visión?

Si Yoochun no hubiera estado tan cerca, si Heechul se hubiera caído, si se hubiera hecho daño por su culpa…

 — Dame al niño. A menos, por supuesto, que quieras arriesgarte a que se haga daño.

Sabía cómo hacerle daño, pensó Junsu. Captaba su debilidad y la utilizaba en su contra.

Junsu le pasó al bebé, todavía dormido. Era a Heechul a quien quería, y por eso lo había socorrido, no lo había hecho por él. Y ahora que tenía al niño en brazos, se dirigía a las escaleras con él, dejando a Junsu para que los siguiera.

Un extraño letargo se apoderó de él, acompañado de un extraño deseo de tumbarse y cerrar los ojos. Alzó la mirada hacia el portalón, con el corazón latiéndole todavía con fuerza. No podía subir las escaleras. No podía subir siquiera un escalón. Pero debía hacerlo. Apoyándose en la barandilla, consiguió subir a duras penas un escalón y luego otro, cerrando la mente al dolor que sentía en las piernas. Yoochun subía los escalones de dos en dos, conducido por la rabia. Por todas las cosas estúpidas e irresponsables que había hecho.

Era un joven orgulloso.

¿Y si no lo hubiera agarrado a tiempo? Lo había desafiado.

Se había apoyado contra él como un cervatillo atrapado, demasiado exhausto para escapar de su cazador.

Había puesto en peligro la seguridad del bebé.

Junsu había mirado al bebé con tanta angustia en los ojos que parecía que se le fuera a romper el corazón.

Era un joven para pasar el rato, un chico fácil que no tenía ningún atractivo para él.

Era una madre devota que tocaba una fibra dentro de él que sobrepasaba los criterios morales por los que él juzgaba deseable a una mujer o joven.

Algo terrible se estaba apoderando de él. Todo parecía suceder a cámara lenta. El dolor de las piernas que se había vuelto tan familiar para él durante las últimas semanas se había intensificado tanto que sentía deseos de gritar. El corazón le latía con tanta fuerza que se asustó. Deseaba desesperadamente sentarse… no, tumbarse, se corrigió con cansancio mientras cerraba los dedos alrededor del pasamanos de metal para poder subir los últimos escalones y seguir a Yoochun al interior de la villa.

Normalmente se habría entretenido en la entrada, con los frescos y la magnífica escalera que subía a las plantas superiores, las paredes llenas de cuadros que Junsu sospechaba que valían cada uno una fortuna. Normalmente se habría mostrado encantado de tener la oportunidad de disfrutar de semejante festín de obras de arte. Pero en aquel momento tenía tantas ganas de tumbarse que no podía pensar en nada más. Agradecía que Yoochun tuviera a Heechul en brazos.

Yoochun estaba hablando con una mujer regordeta que tenía el cabello negro moteado de gris. Junsu dio por hecho por su actitud que se trataba del ama de llaves. Yoochun le estaba entregando al niño, y él sonrió.

Yoochun se giró hacia Junsu.

 — Te han preparado un habitación — le dijo — María te la mostrará.Junsu asintió y siguió a la señora, que ya estaba subiendo las escaleras.

Yoochun frunció el ceño al mirar a Junsu. Tenía el rostro pálido como la cera y miraba las escaleras como si les tuviera pavor. Dio un paso hacia él y luego se detuvo, derrumbándose de pronto en el suelo.

Yoochun cubrió la distancia que los separaba con tres zancadas, agarrando a Junsu cuando cayó. Al principio pensó que estaba inconsciente, pero no era así. Tenía los ojos abiertos y con expresión confusa.

 — Estoy bien. Sólo un poco cansado, eso es todo.

Tenía el rostro del color de las escaleras de mármol, y Yoochun podía sentir el frenético ritmo de su corazón golpeándole con fuerza bajo la blusa de seda. Era tan ligero que parecía que tuviera en brazos a un niño… solo que ningún niño tenía un trasero tan magnífico. La sensación de sus gluteos apretados contra su cuerpo cuando lo subía por las escaleras despertó su cuerpo y también sus sentidos.

Yoochun se dirigió a las escaleras con él en brazos, ignorando sus protestas para que lo dejara en el suelo. Se limitó a decirle con sequedad:

 — Estate quieto.

En medio de la vergüenza y la confusión, Junsu tuvo una visión borrosa de las escaleras de mármol blanco, los retratos ancestrales, un largo corredor de paredes blancas y puertas labradas de madera oscura. Una de ellas estaba abierta.

Fue una maravilla poder tumbarse, aunque el corazón le latía con tanta fuerza que se sentía enfermo y ansioso. La cama en el que fue depositado era grande y con dosel, y la habitación parecía como recién sacada del decorado de una película ambientada en el siglo XVIII. En la chimenea de mármol que había más allá de la cama el fuego estaba encendido, y María estaba colocando a Heechul en lo que parecía una cuna nueva situada a los pies de la cama. Junsu quería ir con el niño, pero se sentía demasiado débil.

Yoochun frunció el ceño mientras lo observaba. Se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared. Algo no iba bien. Y teniendo en cuenta el estilo de vida del joven, podría tratarse de drogas. Yoochun conocía las señales; después de todo, eran fáciles de reconocer en los tiempos actuales. Pero no… aquello era distinto, se trataba de otro problema. Estaba muy delgado. ¿Estaría haciendo dieta? No había comido durante todo el vuelo, y se llevaban los cuerpos esqueléticos… esqueléticos pero con unos pechos operados tan gigantescos que las mujeres se convertían en algo parecido a un monstruo.

María le dijo que el bebé estaba dormido. Yoochun asintió con la cabeza, se giró hacia la cama y le preguntó a Junsu con sequedad:

 — ¿Cuándo fue la última vez que comiste en condiciones? —Junsu trató de pensar, pero incluso aquello le costaba trabajo. No podía recordarlo. Y además, no le importaba.

Aquéllas últimas semanas habían sido un pesadilla. Tenía que cuidar de Heechul y al mismo tiempo ocuparse del pago de las deudas de Junho. Lo último que se le había pasado por la cabeza era prepararse una comida para él, aunque hubiera tenido el dinero para comprar alimentos en condiciones. Y no tenía ganas de comer. Había perdido a Leeteuk. No una vez, sino dos. Perderle por Junho le había hecho un daño terrible, pero perderle por la muerte le había provocado otro tipo de dolor, esta vez no sólo por él mismo, sino también por Heechul. Y el hecho de tener que hacer el esfuerzo físico de comer hacía que se sintiera peor. Sencillamente, no tenía fuerzas para ello.

Su verdugo seguía mirándolo. Esperando a que respondiera. No se marcharía para dejarlo dormir, como él tanto deseaba, hasta que le hubiera dado una respuesta. Junsu hizo un esfuerzo por incorporarse.

 — Habría cenado esta noche en mi apartamento si no me hubiera secuestrado — le dijo tratando de poner un nota de desprecio en su tono de voz, y preguntándose si a él le sonaría tan frágil como a él.

 — Y antes de eso, ¿un almuerzo, por ejemplo? ¿Comiste entonces? ¿Y qué comiste?

Le estaba haciendo demasiadas preguntas, y demasiado deprisa.

 — Tomé café y una tostada.

Era mentira. Había preparado café y una tostada, pero sólo tuvo tiempo para darle unos sorbos al café antes de tener que llevar a Heechul a la guardería.

 — ¿Y es así todos los días? ¿Te matas deliberadamente de hambre porque crees que estar delgado te hace más deseable a ojos de hombres como mi hermano?

— ¡No!

En su voz había rabia.

 — Dices que no, pero está claro que no comes.

La furia se dibujó en los ojos de Junsu cuando le dijo con fiereza:

 — No todos somos tan ricos como para tener un jet privado y personal que cocine para nosotros, ¿sabes?

Yoochun ignoró su ataque y se limitó a decir:

 — Si no estás pasando hambre por un autodestructivo deseo de llamar la atención de hombres que sólo pueden sentirse atraídos por jóvenes que parecen niños y se comportan como zorras, entonces, ¿por qué no eres más responsable con tu hijo? Depende completamente de ti. No tiene a nadie más.

 — ¿Acaso crees que no lo sé? — Inquirió Junsu herido — ¿Crees que no pienso en ello a todas horas? — le ardían los ojos por la emoción — ¿Crees que no deseo más que nada en este mundo que su padre estuviera todavía vivo, que estuviera aquí para cuidar y proteger a su hijo como sé que haría?

 — ¿Yuhwan? — Yoochun apartó el hombro de la pared en la que estaba apoyado. No quería admitir que la defensa que había hecho de su hermano le había tocado una fibra más sensible de lo que él pensaba, y le había provocado una punzada de dolor. Su hermanastro no se merecía aquél lealtad, y Junsu era un estúpido por entregársela a un hombre que no valía la pena.

 — La único persona a la que mi hermanastro protegería es a sí mismo… si no sabías eso, entonces no lo conocías muy bien — su voz era dura y fría, y su desprecio hizo estremecerse a Junsu — Después de todo, ¿cuánto tiempo se tarda en llevar a cabo el acto de engendrar un hijo? ¿Cinco minutos? Él ni siquiera recordaba tú…

Yoochun se calló justo a tiempo. Iba contra su propio orgullo decirle que Yuhwan ni siquiera recordaba su nombre.

Gracias a Dios, Yoochun la había interrumpido en aquel momento, pensó Junsu. En caso contrario, habría pronunciado el nombre de Leeteuk, tan sumido estaba en el dolor, pero no podía hacer eso, al menos hasta que tuviera la seguridad por parte de Yoochun de que iban a volver a Corea sanos y salvos.

 — El doctor Vittorio, el médico de la familia, va a venir mañana para llevarse unas muestras del bebé para la prueba de ADN. Le pediré que te eche también un vistazo a ti aprovechando que está aquí.

 — A mí no me pasa nada.

Yoochun alzó las cejas en gesto irónico.

 — No puedes subir una docena de escalones sin caerte, ¿y dices que no te pasa nada? Lamento no estar de acuerdo. ¿Mantuviste contacto con Yuhwan cuando regresaste a Inglaterra?

Fue una pregunta sin importancia, pero hizo que Junsu sintiera pánico.

¿Qué le había contado Junho sobre Yuhwan?, se preguntó Junsu angustiado tratando de recordar. Su hermano le había dado a entender que le contó a Yuhwan que estaba embarazado de Heechul y él no quiso saber nada. Ahí fue cuando decidió decirle a Leeteuk que el hijo que esperaba era suyo.

 — Le dije que estaba embarazado de Heechul, sí — mintió Junsu — Pero él no quiso saber nada — al menos aquello era verdad.

 — Y sin embargo, acabas de decirme que habría querido y protegido a su hijo.

 — Como padre, quiero pensar que hubiera querido hacerlose vio obligado a decir, aunque la realidad era que había estado hablando de Leeteuk, que tanto había querido a Heechul, y no de Yuhwan.

 — Como ya te he dicho, si al final resulta que tu hijo no es de mi hermano, entonces serás recompensado por tu tiempo y por las molestias que te hemos causado. Te pediremos que firmes un acuerdo de confidencialidad y que nunca hables de este asunto con nadie… y te pagaremos por ello.

Junsu asintió con la cabeza, luchando contra su instinto natural, que le decía que no quería ningún dinero. El momento adecuado para anunciarlo sería cuando se conociera el resultado de las pruebas de ADN.

 — ¿Y eso es todo? Lo presionó Junsu — ¿Ninguna condición más?

Yoochun se acercó a la cama y lo miró.

 — Si estás tratando de insinuar que yo o alguno de mis hermanos podríamos querer algún tipo de pago sexual por tu parte, déjame decirte que…

Un repentino sollozo procedente de la cuna hizo que ambos se giraran hacia el bebé. Heechul.

 — Mira lo que has hecho — protestó Junsu con cansancio — Has despertado a

 — Quédate donde estás. María lo atenderá.

 — No. Es mi hijo.

Junsu estaba poniendo los pies en el suelo, pero Yoochun se puso delante.

 — No estás en condiciones de cuidar de él. ¿De verdad quieres arriesgarte a que se te vuelva a caer?

Había sido un golpe bajo, y le dolió, pero para su alivio, Heechul dejó de llorar y parecía que se había vuelto a dormir.

Dormir. Cómo deseaba él hacer lo mismo en aquel instante.

 — Son las cuatro. Te sugiero que intentes dormir un poco. El doctor Vittorio estará aquí a las diez para hacer las pruebas de ADN. Y en respuesta a tu pregunta no, no hay más condiciones. Lo único que mis hermanos y yo queremos hacer es cumplir la promesa que le hicimos a nuestro padre de encontrar al hijo de Yuhwan… si es que ese hijo existe, y no ha sido más que un producto de la imaginación de Yuhwan. Siempre se le dio muy bien decirle a nuestro padre lo que quería oír.

Mucho después de que Yoochun se hubiera marchado, Junsu permaneció despierto, mirando hacia la seda que cubría el dosel de su inmensa cama. Le dolía la cabeza debido a todos los pensamientos que la ocupaban.

Familia. Qué concepto tan emotivo. Él siempre había sabido que sus padres preferían a Junho, el primogénito, el listo, el guapo y el brillante. No es que hubieran sido crueles con él, no eran así, pero nunca habían sido capaces de ocultar la felicidad y el orgullo que sentían por Junho, y el hecho de que a Junsu sólo lo toleraban.

Había soñado con una familia amorosa y cercana durante toda su infancia y sus años adolescentes. Creyó haberla encontrado en Leeteuk, a quien había conocido durante su época universitaria. Se había enamorado de él, y también quiso mucho a sus padres cuando lo llevó a Incheon para que los conociera. Pero entonces Leeteuk conoció a Junho, y Junsu supo al instante lo que estaba ocurriendo. Aunque el hombre que Junho le había robado con tanta facilidad no le interesaba demasiado, ya que lo había traicionado nada más empezar la relación.

Junho los había traicionado a ambos, pero al menos él tenía todavía a Heechul. Si vivieran Junho, Leeteuk y sus padres, Heechul habría tenido una familia. Pero ahora sólo la tenía a él.

Si al final resultaba ser el hijo de Jung Yuhwan, entonces seguiría teniendo una gran familia con tíos, primos y, por supuesto, abuelo.

Tumbado en la oscuridad, Junsu se dio cuenta de que, por el bien de Heechul, debía confiar en que sí fuera un  Jung.

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6 comentarios :

  1. Pobre Su :c paso por tanto.. no entiendo por qué no dice la verdad de que el no es la omma de Heechul :/ se ahorraría tantos malos tratos por parte de Yoochun e.e bueno ya quiero la aparición del YJ 😍

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  2. Dejooo un comentario por aqui y me ire a leer la siguiente parte *o*
    Gracias por tu esfuerzo
    Es exquisitaaa la narracion

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  3. Pobre Junsu ha sufrido mucho y me da que le espera mucho mas.

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  4. Pobre Su, el cuerpo ya le esta pasando factura por tanto esfuerzo que ha hecho para salir adelante el con su bebe. En verdad que Junho era de lo peorcito ¬.¬

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  5. Yoochun es muy cruel con Junsu,con todo lo que le dice,no sabe cuanto a sufrido y ha tenido que hacer por el bien de Heechul

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  6. Increible que las palabras de Yoochun hacia Junsu sean tan irientes y acusadoras, sin embargo sin embargo le es inevitable sentir preocupación por Junsu, que sin merecerlo ha vivido siendo la sombra de su hermano. En realidad creo que mi Chunnie sintió celos de Yohwan por temer el amor de Junsu y es que también Yoochun ha tenido que vivir bajo la predilección de su padre por el hijo que menos lo merecia. Pienso que cuando ambos descubran las heridad de sus corazones, de manera mutua, van a sentí más que empatía.

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