martes, 19 de julio de 2016

Seducción Siliciana. Cap 8




Espero que disfrutaras flirteando con mi hermano, porque al tuyo le ha costado su empleo.

Iban de camino hacia la cena bufé que se ofrecía a los huéspedes de la casa, pero las palabras de Hayami hicieron que Changmin se detuviera en seco.

No he estado flirteando con nadie.


Mentiroso — contradijo él — Te he visto con mis propios ojos. Y no creas que no sé por qué contraviniste expresamente mis órdenes. Tenías que intentar ganar la partida, ¿verdad, Changmin? Pero nunca competirás conmigo y saldrás vencedor. No soy esa clase de hombre.

No. No ha sido así en absoluto — protestó él de inmediato — Tu problema es que estás tan obsesionado con demostrar que ser el segundo hijo no implica que seas de segunda categoría, que crees que todo el mundo pretende retarte, incluso cuando no es el caso.

La acusación enojó a Hayami. Agarró su brazo y casi lo arrastró a un pequeña recámara vacía, cerrando la puerta tras él.

Por más que Yunho coquetee contigo y te haga creer que te desea, te aseguro que no es así. La única razón por la que mostraría interés por ti sería su errónea creencia de que necesita protegerme. Pero yo nunca cometo el mismo error dos veces. Puede que una vez fuera lo bastante estúpido para dejar que una mujer me convenciera de que me quería, cuando sólo deseaba utilizarme como escalón para llegar a Yunho y todo aquello que habría obtenido casándose con él. Pero la rapidez con la que transfirió su afecto por mí hacia Yunho me enseñó un lección que no he olvidado.

Changmin comprendió que, además, seguramente fue una lección muy dolorosa, dado su orgullo y la crueldad con la que su padre se mofaba de él como segundo hijo.

¿Aún la amas?

No había podido evitar la pregunta. No lo sorprendió ver la incrédula y amarga mirada que le lanzó él por atreverse a preguntar algo tan personal.

Nunca la amé — afirmó — Pero me juré que no volvería a permitir que una mujer o docel me humillara públicamente de nuevo, transfiriendo su afecto de mí a otro hombre, y menos que nadie a Yunho, por buenas que sean sus intenciones. Por eso…

Por eso me chantajeaste para que viniera aquí contigo.

Por eso tu comportamiento acaba de costarle a tu hermano su empleo — repitió Hayami.

Pero yo no estaba flirteando con Yunho. Puedes preguntárselo si quieres.

No necesito preguntárselo. Tengo ojos y he visto lo que estaba ocurriendo.

No has podido verlo. Porque lo que «estaba ocurriendo» como tú dices, es que se me había bajado la cremallera del traje, porque no había podido cerrarla del todo. Yunho la estaba subiendo por mí.

El deje sincero de su voz obligó a Hayami a escucharlo.

Si es así, ¿por qué no me pediste a mí que la cerrara bien antes de salir de nuestra suite?

Buena pregunta. Changmin sopesó las consecuencias de decir la verdad o de intentar evadirse con una excusa. Nunca había sido buen mentiroso, así que inspiró profundamente y optó por la verdad.

No quería que pensaras que estaba intentando…

¿Intentando qué? — presionó Hayami impaciente.

No quería que pensaras que intentaba… bueno, seducirte — dijo Changmin, defensiva, alzando la barbilla.

Hayami decidió que la afirmación era demasiado ridícula para no ser verdad.

¿Y tienes las agallas de acusarme a mí de paranoia? — dijo, incrédulo. Abrió la puerta — Muy bien, aceptaré tu explicación, por esta vez.

Muy generoso por tu parte — masculló Changmin para sí, yendo hacia la puerta. No se dio cuenta de que Hayami lo había oído hasta que él repuso con voz fría.

Sí que lo es. Y más vale que no cometas más errores de juicio similares, porque no seré tan comprensivo una segunda vez.

Aunque Changmin sintió la tentación de retarlo por su actitud arrogante, optó por no hacerlo. Él aún tenía el futuro de su hermano en sus manos.

La velada llegaba a su fin y, mientras Changmin luchaba por contener los bostezos, Hayami se inclinó hacia él.

Estás cansado. Será mejor que subas a la habitación. Yo te seguiré más tarde.

Su aparente consideración, comparada con su actitud anterior, lo sorprendió y emocionó de una manera que no deseaba. Asintió rápidamente con la cabeza, aceptando la sutil oferta que le permitiría prepararse para acostarse en privado.

Cuando se levantó, Yunho, que estaba manteniendo una conversación en otra zona de la mesa, apartó la silla y fue hacia él.

¿Vas a acostarte? Entonces, te daré las buenas noches.

Changmin empezó a sonreír con cortesía pero, para su asombro, Yunho puso las manos en sus brazos y lo besó en una mejilla y luego en la otra.

Era siciliano, por supuesto. Y no había habido nada sensual en su abrazo. Al fin y al cabo, él pensaba que Hayami y él eran pareja. Aun así, él se sintió incómodo y le dio la espalda en cuanto lo soltó. Descubrió que Hayami también se había levantado y estaba ante él. Dio un paso para sortearlo, pero él lo detuvo, tomó su mano, lo atrajo e inclinó la cabeza.

Para cuando él se dio cuenta de que iba a besarlo, era demasiado tarde para intentar impedirlo. La boca de él estaba sobre la suya, lo rodeaba con un brazo y sus labios se estaban ablandando, obedientes. Un vistazo hacia arriba le permitió ver el brillo de sus ojos bajo las oscuras pestañas. Hipnotizado e impotente, consciente del impacto de su respuesta a él, dio un paso atrás con el rostro arrebolado.

Fue un alivio escabullirse siguiendo al lacayo que se acercó para acompañarlo a la suite de la torre.

Mientras dejaban el salón, reconoció que, para su sorpresa, había disfrutado de algunas partes de la velada. Había conocido a gente fascinante y había descubierto muchas cosas sobre la vida de Hayami y de sus hermanos en su infancia y juventud. Todo el mundo había mencionado lo triste que había sido para ellos la pérdida de su madre, incluso había oído referencias discretas, y otras no tanto, sobre el segundo matrimonio de su padre con su amante, y su preferencia por el hijo que había tenido con ella, en vez de por los tres de su primera esposa. También se había enterado de la impopularidad de Yoohwan y de que mucha gente opinaba que su muerte al volante de su deportivo los había liberado de una persona muy desagradable. De Hayami habían hablado con admiración y respeto por cuanto había conseguido.

Cuando llegaron a la puerta de la suite de la torre, el lacayo hizo una leve reverencia de despedida y Changmin le dio las gracias antes de abrir la puerta y entrar.

Le dolían los pies y fue un alivio quitarse los zapatos. Le habría encantado darse un largo baño, pero no estaba seguro de cuánto tiempo tendría antes de que llegara Hayami. Por suerte, pudo desenganchar el corchete del traje y bajar la cremallera. Tras quitárselo en el vestidor, lo colgó y cruzó el dormitorio en sus pequeños boxer, intentando no mirar la cama, ya abierta, de camino al cuarto de baño.

Hayami, con el ceño fruncido, observaba a Yunho, que estaba sentado a unos metros de él, hablando con uno de los invitados. El agudo pinchazo de instinto posesivo y viril que había experimentado cuando Yunho le había dado dos besos de buenas noches a Changmin aún no había remitido del todo. Se dijo que no podía ser debido a que Changmin significara nada para él. Sin embargo, se había sentido obligado a reforzar el hecho de que era suyo, sin saber por qué. Había sido una reacción instintiva, sin más. Apartó su silla con impaciencia y se despidió de los que lo rodeaban.

Changmin se quitó la ropa interior, entró en la cabina de ducha y abrió el grifo. La sensación del intenso chorro de agua en la piel le pareció maravillosa, y su calor acentuó el aroma del gel de baño que había encontrado en un cesta llena de productos de aseo básicos.

Estaba tan cansado, que se quedaría dormido en cuanto apoyara la cabeza en la almohada. Además, no temía que Hayami intentara aprovecharse de la situación, a pesar de cómo lo había besado en el salón. Había sido sólo parte de su papel.

Cerró el grifo. Estaba a punto de salir de la ducha cuando la vio.

Era la araña más enorme que había visto en su vida, y estaba justo delante de él, en la salida de la ducha. La única forma de evitarla sería pasar por encima. Se estremeció de arriba abajo. Lo aterrorizaban las arañas, desde siempre. Sus hermanos, por supuesto, se habían alegrado al descubrir que podían hacerle la vida imposible con criaturas que no les importaba lo más mínimo atrapar, y las habían utilizado en su contra hasta el día que se desmayó cuando Chansung intentó meterle un por la parte trasera de la camiseta.

Se preguntó si la araña entraría en la ducha.

Empezó a temblar y palideció. No se atrevía a dejar de mirarla, por si se movía. Estaba seguro de que la araña le devolvía la mirada. Sintió náuseas. Su cuerpo era una masa de nervios y terror. Sabía que su miedo era irracional, pero eso no lo ayudaba. Nada había ayudado nunca.

La araña alzó un pata y luego otra. Un grito de pánico burbujeó en su garganta, pero tenía los músculos tan paralizados por el terror que no consiguió emitirlo. Se puso rígido; y el corazón le latía con tanta fuerza que empezaba a marearse. No podía perder el conocimiento, porque la araña podría andar sobre él. Al pensarlo, un intenso temblor puso fin a su rigidez.

Hayami abrió la puerta del dormitorio, quitándose la chaqueta mientras cerraba. Todas las luces estaban encendidas, pero no había rastro de Changmin. Había esperado que ya estuviera en la cama. Se desató la pajarita y se desabotonó el cuello de la camisa. Los eventos formales y la ropa formal no le gustaban demasiado. Mientras se quitaba los gemelos, fue hacia el vestidor. La puerta estaba abierta pero Changmin no estaba allí; tenía que estar en el cuarto de baño.

Fue hacia la puerta entreabierta y llamó con los nudillos.

¿Changmin?

Hayami. Changmin sintió un intenso alivio, miró la puerta y luego de nuevo a la araña. Se había movido. Estaba entrando en la ducha.

Hayami oyó su gritó y abrió la puerta del cuarto de baño. Estaba acurrucado en un rincón de la ducha, desnudo y pálido, con un mano sobre su pecho y otra cubriéndose el sexo, con los ojos oscuros de terror.

¿Qué ocurre? — preguntó Hayami, perplejo.

Changmin apartó la mano de su pecho, tan llenos como él había imaginado, con pezones de color melocotón, erectos en ese momento, presumiblemente por el frío, porque él tenía la carne de gallina. Entre los dedos de la otra mano, pudo ver los suaves rizos de vello que cubrían su sexo. Esa actitud modesta le pareció más erótica y atrayente que verlo totalmente desnudo. Su cuerpo tenía más curvas de las que había esperado, y Hayami sintió una reacción inmediata.

Es un araña — su voz sonó débil y aterrorizada, y su cuerpo se estremeció cuando lo miró a él y después de nuevo un punto del suelo. Soltó un gemido y se apretó más contra el rincón — Se está moviendo. Oh, por favor… no…

Hayami nunca se había visto como un héroe en potencia, era demasiado cínico para eso, pero el obvio terror de Changmin lo hizo reaccionar con tanta rapidez como si fuera James Bond. Agarró una toalla, que dejó caer sobre la araña, luego levantó a Changmin en brazos y lo apretó con fuerza mientras él se estremecía convulsivamente entre sollozos.

Agarró otra enorme toalla, lo llevó al dormitorio y una vez allí, dejó a Changmin en una silla y lo envolvió en la toalla antes de regresar al cuarto de baño. Iba a levantar la toalla con la que había atrapado a la araña, cuando oyó a Changmin.

Por favor, no la mates. No tiene la culpa de aterrorizarme así.

Un joven que odiaba a las arañas, pero no quería que las mataran. Hayami pensó que, sin duda, era único. Alzó a la araña del suelo, sacó la mano por la ventana y la ladeó para dejarla caer. Después cerró la ventana.

Envuelto en la toalla, pero aún temblando involuntariamente, Changmin miró a Hayami con ansiedad.

¿Qué has hecho con ella?

No te preocupes, está sana y salva, con todas sus patas intactas. La he sacado por la ventana.

Pensarás que soy un auténtico idiota.

Eres un joven — dijo él — Te está permitido…

¿Ser un idiota? — lo retó Min.

Tener miedo a las arañas — corrigió él.

Gracias por… lo que hiciste. Mis hermanos se habrían reído.

Alzó la vista hacia él. Ya que la araña había desaparecido y su terror estaba controlado, empezaba a sentir vergüenza. Había estado desnudo en la ducha, y él lo había levantado en brazos y…

Tu camisa está toda mojada — dijo con voz ronca, mirando su torso. Su corazón latía con fuerza, con un ritmo primitivo que su cuerpo reconocía y su mente intentaba rechazar.

Hayami se encogió de hombros. Envuelto en una toalla, con el cabello revuelto y los labios aún temblorosos, resultaba demasiado atractivo. Lo observó mientras se pasaba la punta de la lengua por los labios, sin dejar de mirar su torso. De inmediato, la fuerza de su propio deseo entró en acción, al reconocer el sutil mensaje que él le estaba enviando. Podía haberse dicho que no debía haber intimidad entre ellos, pero eso había sido antes de verlo en los brazos de Yunho y comprender que los únicos brazos masculinos que iba a tolerar a su alrededor eran los de él mismo.

Entonces, tal vez tendría que quitármela. O, mejor aún, ¿por qué no me la quitas tú?

Changmin soltó un largo suspiro de anhelo. No sabía cómo habían llegado a ese punto, pero una vez alcanzado, sí sabía que no quería dar marcha atrás.

No se me dan bien este tipo de cosas — le advirtió. Hayami lo miró.

Mentiroso — dijo con voz suave, yendo hacia él — Mi cuerpo me dice que se te dan de maravilla.

Un momento después, lo levantaba de la silla en la que lo había dejado tras rescatarlo de la ducha, pero esa vez sin la toalla, que apartó. Él sintió sus manos cálidas y firmes en la piel desnuda, y su aura de seguridad puso fin a cualquier titubeo.

Mientras lo llevaba a la cama, él se agarró a su cuello con un brazo, apoyando la mano en su nuca, mientras que la otra, instintivamente, se deslizaba dentro de su camisa abierta. Su pecho estaba caliente y duro; sentir sus duros músculos bajo la piel hizo que el deseo que ya tensaba su vientre se convirtiera en una persistente y casi dolorosa pulsión de necesidad. Notó como la quemazón se extendía, hinchando su pecho y endureciendo sus pezones. Introdujo los dedos entre el pelo de su nuca y alzó la vista hacia su boca, entreabriendo los labios. Todos sus sentidos parecían haberse intensificado, su conciencia sensual se exacerbó y el mero aroma de su piel actuó como un potente afrodisíaco.

La forma en que Changmin lo estaba mirando estaba ejerciendo en él el mismo efecto que un trago de alcohol puro en un estómago vacío, provocando en él una descarga de energía masculina y testosterona demasiado poderosa. Como el Etna en sus momentos de mayor peligro, desafiaba y burlaba los frágiles intentos de un mortal por contenerla.

Había llegado a la cama, pero en vez de dejar a Changmin encima, se sentó al borde, con él en brazos, mientras aceptaba el ofrecimiento de sus labios entreabiertos, introduciendo la lengua profundamente en la cálida intimidad de su beso. Deslizó la mano libre hacia su pecho, para disfrutar del placer erótico del contraste entre la suavidad y blandura de su seno y la dureza de su pezón tenso e hinchado.

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Changmin, arqueándolo hacia arriba y suplicando más, Hayami, con un gruñido grave y viril, respondió a su necesidad. Siguió besándolo mientras llevaba a su carne a rendirse incrementando las expertas caricias de sus dedos sobre el pezón.

Él no supo exactamente cuándo la mano abandonó su seno para cubrir su  miembro, perfectamente acompasado con la intensidad de su anhelo. Sólo sabía que sentir su peso allí, en ese punto que pulsaba con frenesí, supuso un alivio momentáneo al que pronto sustituyó un deseo aún más intenso.

Al interrumpir el beso para contemplar el cuerpo desnudo de Changmin, Hayami sintió la urgencia que atenazaba al suyo propio. Sus pezones requerían la servidumbre de sus labios. La sensual relajación de sus muslos lo invitó a frotar el pulgar por la parte superior de su miembro sobre la cabeza para luego bajar y acariciar su suave anillo, esa estrecha entrada en la que introdujo un dedo en el calor líquido que encerraba.

Changmin gimió, un largo y lento sonido un tanto femenino que surgió de lo más profundo de su ser, reflejando la espiral de placer ascendente que estaban provocando las expertas caricias de Hayami en su glande y entrada. Quería moverse con él y aferrarse al placer, al tiempo que anhelaba escapar de su dominio, temiendo que lo sobrepasara. Su cuerpo se había convertido en algo ajeno a él, en un instrumento dulcemente atormentado que respondía sólo a las órdenes de Hayami.

En lo más profundo de su interior, sentía un anhelo que sólo podría ser satisfecho por la posesión mutua de sus cuerpos, al sentirlo dentro de él, rodeándolo y sujetándolo con sus muslos. Sintió una oleada de júbilo. Por fin se acercaba el momento. Pronto sería el joven que había deseado ser durante mucho tiempo: completo, satisfecho y conocedor de su propia sexualidad y de todos sus secretos gracias a Hayami, que muy pronto lo libraría de la carga de su virginidad.

La cruda verdad ensombreció su júbilo. No podía permitir que Hayami descubriera que seguía siendo virgen. Sería la humillación final. Y lo descubriría si no lo detenía pronto.

Hayami comprendió que Changmin lo empujaba y se apartaba de él, intentando incorporarse, rechazándolo. Lo soltó rápidamente, reaccionando con orgullo a su distanciamiento.

Dijiste que… que esto no ocurriría — le recordó Changmin. El dolor de su cuerpo al verse privado del contacto era casi insoportable. Tenía los nervios a flor de piel, desbocados por el peso del deseo insatisfecho.

Hayami se levantó, fue hacia la silla, agarró la toalla que había dejado allí y se la lanzó, dándole la espalda mientras Changmin se envolvía en ella. La acusación de Changmin lo había herido. Era cierto que había dicho que no lo tocaría, pero había sido antes. Se preguntó antes de qué. ¿De ver a Yunho mirándolo? ¿De entrar en el cuarto de baño y sentir un excitación incontrolable?

Soy un hombre — le dijo a Changmin, encogiéndose de hombros con indiferencia, un vez controló sus emociones y su cuerpo y pudo darse la vuelta para mirarlo — Te ofreciste a mí, así que respondí.

Estaba asustado por la araña — se defendió Changmin. La mirada de Hayami traspasó sus frágiles defensas.

No fue el miedo lo que te llevó a arquearte bajo mis manos, ni a ofrecerte a mí en todas las formas en que un joven excitado sexualmente puede ofrecerse a un hombre, suplicando sus caricias y su posesión. Si quisiera, podría volver a demostrarte ahora mismo cómo respondiste a mí. Si quisiera hacerlo. Pero no es el caso.

Sus palabras lo avergonzaron. Changmin deseó negarlas, pero no podía. Era cierto que había respondido a él. Pero sólo porque, en brazos de Hayami, su fantasía secreta de cómo sería su imaginario amante perfecto había cobrado vida de repente. Por eso había respondido a Hayami con tanta pasión, no porque lo deseara a él en sí mismo. Eso era algo impensable que no debía ni podía hacer. Era demasiado arriesgado permitirse desear al hombre real, porque entonces podría… Tal vez, enamorarse de él y quererlo de por vida. Enamorarse de Hayami era ridículo y fatalmente peligroso.

Hayami sabía que estaba siendo muy poco galante al decir cosas que nunca habría soñado con decirle a un joven, por sexualmente frustrado que se sintiera. Pero había algo en Changmin que le hacía traspasar los límites de sus propias reglas; algo que sacaba a la luz un pasión emocional que lo irritaba tanto como él. No podía controlar ninguna de las dos cosas, y ambas lo retaban y lo incitaban a dominarlas con su posesión y superioridad, aunque estuvieran fuera de su alcance. Changmin y la pasión que sentía por él, unidos, lo transportaban a un lugar que había creído conquistar muchos años antes, un lugar en el que las frías cenizas de su juvenil necesidad de demostrar su valía estaban empezado a encenderse de nuevo.

Se preguntó si realmente tenía tan poco control de sí mismo que el rechazo de un joven podía desatar en él la necesidad compulsiva de demostrarle que podía hacer que lo deseara más que a ningún otro hombre. Y sobre todo, se preguntó por qué le ocurría con ese joven.

Hayami estaba en el cuarto de baño. Eso dio a Changmin la oportunidad de ponerse el camisón de seda que formaba parte del vestuario que le habían proporcionado antes de meterse en la enorme cama y tumbarse lo más cerca del borde que pudo.

Hayami había tenido razón al acusarlo. Lo había deseado. Seguía deseándolo. Pero, por vergonzante que hubiera sido esa acusación, no podía compararse con la vergüenza que habría sentido sino lo hubiera detenido y él hubiese descubierto la verdad. Había oído a sus hermanos bromear sobre vírgenes «madur@s» y lo horroroso que sería acabar en la cama, accidentalmente, con un de ellos. Los hombres modernos querían que sus parejas sexuales fueran buenas amantes: jóvenes pulidos y sofisticados, informados y entretenidos tanto en la cama como fuera de ella. Changmin, en cambio, se sentía como una novicia en los brazos de Hayami, vibrante de excitación por los placeres que podía llegar a sentir y, al mismo tiempo, demasiado abrumado por su excitación para saber cómo dirigirla de la forma adecuada.

Había tenido ganas de quitarle la camisa y explorar cada centímetro de su torso con las manos y cubrirlo de besos; un joven más experto habría sabido cómo excitarlo con una sola caricia. Sospechaba que Hayami era un experto en sensualidad y en todos los placeres inherentes a ella; posiblemente habría sentido desdén por sus intentos de demostrarle el deseo que sentía por él.

Bajo el agua de la ducha, mientras esperaba a que su deseo se apagara, Hayami se maldijo a sí mismo. Se preguntó por qué se había permitido tocar a Changmin, para empezar. Y por qué, después de haberlo hecho, seguía siendo incapaz de controlar y rechazar el deseo físico que lo atenazaba. Sólo era un joven y él nunca jamás permitía que un joven o mujer llegara a importarle tanto como para no poder dejar de desearlo, y mucho menos que lo llevara al punto en el que se encontraba en ese momento.

Se dijo que era porque lo había rechazado, ni más ni menos. Lo había rechazado en el hogar de su infancia, donde el recuerdo de muchos otros rechazos fustigaba su espíritu y derrumbaba la barrera protectora que había erigido alrededor de sus sentimientos.

No entendía por qué él había cambiado de opinión. Sabía que lo había deseado. Se preguntó qué buscaba ganar con ello. Tal vez pensaba que el rechazo haría que la deseara más, hasta el punto de llegar a controlarlo mediante la fuerza de ese deseo.

Todo lo que la vida le había enseñado para protegerse resurgió en él como un llamarada, repudiando esa posibilidad. Él era el único que controlaba sus deseos. Nunca había habido, ni habría, un joven que tuviera el poder de hacerle desearlo en contra de su voluntad, física o emocionalmente. Si Changmin quería competir para ver cuál de ellos tenía más control sobre su sexualidad, estaba más que dispuesto a participar, y ganar. Ganaría. Su orgullo lo exigía.

Tal vez porque una pequeña parte de él temía no tener las defensas que habría deseado contra su habilidad para excitarlo. El orgullo tensó sus músculos. No iba a permitirse admitir que lo deseaba más que Changmin a él. No era cierto. Y lo demostraría antes de que acabara el fin de semana.

Hayami giró el grifo hasta la posición de agua fría. Su cuerpo se tensó, tanto por la presión de sus pensamientos, como por el impacto del agua helada en la piel.


Anterior   >>> ♥ <<<   Siguiente
Continuara \\(^_^)//...
Niñ@s un comentario no les cuesta nada….
Gracias… 

6 comentarios :

  1. Y una vez mas pararon... rayos a este paso me matarán de frustración!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tsuki!!! Te amo!!
      Mil gracias por mostrar tu apoyo y gusto por esta historia.
      Al parecer no ha gustado mucho u.u

      Eliminar
  2. El deseo crece mas intensamente en cada roce y beso >< pero no a Changmin le tubo que venir el pensamiento de que es virgen god Changmin dime como lo dejaras de ser si lo detienes al hombre XD aish

    ResponderEliminar
  3. Rukii muchas gracias por los comentarios, en esta historia. La verdad me alegra mucho cuando alguien comenta a esta pareja, porque siento que no ha sido muy bien aceptada por las lectoras.
    Espero que sigas disfrutando de la historia.

    Un abrazo ^o^

    ResponderEliminar
  4. De verdad que de ese par nonse hace uno, los dos estan que se derriten de deseo y no dan paso atraz con su lios. No me cabe en la cabeza como es que ChangMin sigue virgen??? Él es totalmente sexy¡¡¡ fuera temores Minie si sigues así vas a morir virgen y Dios mira nada más es Hayami😱😱. En verdad amo el HayaMin y mas cuando se lian de manera tan intensa.

    ResponderEliminar